no es que lleve mucho tiempo en facebook, aunque creo que cinco o seis años es una cifra notable. En todo este tiempo, yo le he dado diversos usos a esta red social: la he utilizado como una especie de altavoz, como lugar de reunión de personas queridas, como vía de acceso a y comunicación con gentes que habían quedado por ahí, en momentos y lugares pasados, de mi vida… o para mi corta y desigual experiencia política. Y para mi proyecto profesional, también.
a lo largo de estos años, he visto cientos, miles, de publicaciones, de personas muy cercanas y de otras que no tanto, de personas desconocidas para mí… de todo un poco. Y ese batiburrillo dispar, me ha llevado muchísimas veces a preguntarme por qué publica la gente -publicamos- en facebook; o en cualquier red social, en realidad.
¿por qué lo hacemos?
¿por qué escribimos nuestras opiniones?
¿por qué colgamos fotos nuestras, o de personas importantes en nuestras vidas?
¿por qué compartimos frases o canciones que nos hacen sentir emociones?
¿por qué necesitamos que las demás personas interaccionen con todo eso que colocamos a su alcance?
¿qué nos mueve a enseñar dónde estamos, con quién, qué estamos comiendo, bebiendo, bailando?
¿qué le hace a un hombre sencillo, anunciar la muerte de su padre, explicar sus sentimientos más íntimos ante ese acontecimiento?
¿qué motiva a una adolescente a describir enfados, alegrías, hechos que suceden en su vida?
¿qué empuja a una mujer a lanzar mensajes sin nombre, pero con un destino certero y conocido?
¿somos conscientes de adónde llega todo eso? ¿Nos damos cuenta que con nuestras historias ocurre lo mismo que con esas fotos y pensamientos de personas desconocidas, que se cuelan en nuestra página de inicio?
quizá no nos bastan ya las conversaciones y reuniones familiares, amistosas, los diálogos y descansos en el trabajo, los encuentros fortuitos y buscados, o las llamadas telefónicas, las cartas, los correos o mensajes personales.
la cultura televisiva de la popularidad nos ha calado hondo. Ya no deseamos -sólo- sentir que nos quieren y nos aprecian, que nos buscan y nos necesitan, sino que sean más quienes lo hacen. Que se entere todo el mundo. Todo el mundo. Y ¿qué significa eso verdaderamente? Como en multitud de ocasiones he corroborado, todo es nada. Lo indefinido no es algo. Y la pantalla es eso: una pantalla.
lo difícil en esta sociedad televisiva, es el contacto. El de verdad, el de tocarse. Con el yo y con las demás personas.